martes, 1 de septiembre de 2009

Como un tizne que no acepta el lavado

Son las penas y pasan tan despacio
que necesitan largo tiempo para irse
y, al alejarse, van dejando un rastro
como un tizne que no acepta el lavado.
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La  fortuna o el amor marchan tan a prisa
que, apenas han sembrado una sonrisa,
o la bienaventuranza de sentirse amado,
huyen a la grupa de un potro desbocado.
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y todo pertenece, en un instante,
a un tiempo pretérito y gastado.
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Y en este afán lo único que queda es el trabajo.
Medirá nuestras fuerzas y es esa déspota tarea
la única constante que te aguarda.
¡Dichoso aquél que con sus manos crea!
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¡Desdichado de aquél al que su pan
ganado en el sudor, le convierte en esclavo!
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Siempre tras lograr el paraíso perdido,
tiramos por la borda la realidad posible.
La frustración no deja lugar para el descanso
y volvemos, una y otra vez, en busca del pasado.
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Porque tenemos una sed de esmero,
vivimos de continuo trastornados.
Porque esperamos de  la vida lo quimérico,
es nuestro despertar el desencanto.
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Llevamos en nosotros una semilla del dolor
que hace imposible que vivamos como vive una flor.
Que da de sí lo mejor que tiene, ama la luz,
se acepta y nunca se compara con ninguna otra flor.

Alcalá de Henares, 9 de agosto de 2009
Texto e imágenes de Franziska

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