Conjugaremos los verbos sin futuro
y ya no existirán condicionales
ni conciertos, contratos ni otras causas
que el presente continuo que tengamos.
La noche más oscura y de misterio
será la novia eterna de los sueños
y habrá de rescatar la patria arisca
donde naufragaron los anhelos.
El día será la ocasión del firmamento
para mostrarnos su luz y sus colores:
nos miraremos con la verdad en los ojos
y ligeros de equipaje, por fin, caminaremos.
Excluiremos el modo
imperativo,
y sólo al conjugar el verbo amar, lo emplearemos.
Sembraremos un tiempo más justo,
-al abrigo del aquilón y el cierzo-
y crecerá la armonía a nuestro lado
igual que hoy florecen los almendros.
En el rincón de los olvidos, la esperanza
perderá todas sus retorcidas ramas:
sin posibilidades ni futuras mañanas
como la única alternativa que se aguarda.
En el triste callejón donde palpitan
las rencillas, odios
y rencores,
no volverá a llover ni a lucir el sol:
será como un tiempo
subjuntivo
sin raíces ni tierra en que crecer.
Porque el futuro no
existirá, viviremos
amándonos, -como Dios ha querido-,
conjugando un gerundio
más dichoso.
El trabajo será la paz y el pan
que ha de saciar el hambre y no la codicia
que se esconde: ya no será viable
que los hombres acaparen sin más
alterando las leyes de Dios que dijo al hombre:
amarás, como a ti mismo amas.
Comprendiendo y amando, en fin,
construyendo la vida en más gerundio.
Alcalá de Henares,16 de octubre de 2012
Texto e imágenes realizados por
Franziska