Soñar con el regazo de tu
madre
es recuperar el candor.
Cantar como un ruiseñor,
volar y volar muy alto.
Volver a creer en Dios.
Al mar le debes un amor
sin límites
de tal manera ardiente y
trastornado
que, en las oscuras noches de la mente,
has llegado a preguntarte
si no habrás sido pez.
De la fusión de los dos,
alcanzaste
una pasión idealizada
y un paraíso al que desean
volver,
a cada paso, todas las fibras de tu ser.
Porque tu patria no es
otra que la mar
y los brazos de tu madre y
su cantar.
Volver al mundo de la niñez: la fantasía.
El fabuloso descubrimiento
de las hadas.
A lo largo de tu vida te has
encontrado
con muchas caperucitas y
algunos lobos feroces,
con la lechera del cuento,
y los sueños
de Alicia en el País de la Maravillas.
En el cuerpo de aquella
niña
que se negó a convertirse
en mujer
-se paró a los doce años y
no volvió a crecer-
se han marcado las huellas
de penurias, amores y desengaños.
Sin embargo, luminosa y
bella, la Fantasía
florece en tus mañanas
cada día.
La realidad no fue capaz
de romper
tu alma con sus hierros ardientes.
El primer amor y tus hijos
son otros hitos que siempre
justificaron
el sentido de tu vida.
Está tu alma encendida.
A cada paso que das, un
aroma te acaricia:
Los ojos de aquel muchacho
que le dio nombre al amor.
Los abrazos y sonrisas de tus
hijos
que perduran y que habitan
en tu viejo corazón.
Siempre vuelves arrebatada
de emociones
al mar y al mundo de tu
infancia.
Alcalá de Henares, 10 de
noviembre de 2013
Texto e imágenes
realizadas por Franziska
Trabajo realizado para “El
club de las letras mágicas”
Tema sugerido por
Aurelio: Todos tenemos un lugar al que
volver